martes, 26 de mayo de 2020

PORQUE ES IMPORTANTE EL NOMBRE DE DIOS

Los judios no podían pronunciar el nombre de Dios, era sagrado.
En el cristianismo el mandamiento se transforma en no tomarás el nombre de Dios en vano.
Nosotros intentamos eliminar la idea de Dios, queremos poder vivir sin el.

Con Kant podemos comprender la importancia de este concepto.
La razón es la capacidad suprema de pensar, elabora razonamientos, es decir, relaciona juicios. La razón busca juicios cada vez más generales, en busca de principios o leyes que abarquen el mayor número posible de fenómenos. 
Esta búsqueda de los principios últimos bajo los cuales se pueda comprender toda la realidad es llamada por Kant la búsqueda de lo incondicionado, ya que se supone que ese principio último es la condición de todos los fenómenos y, a su vez, no depende de ninguna otra causa. 

A estos conceptos puros a priori de la razón, les llama Kant ideas trascendentales. 
Hay tres ideas trascendentales: alma, mundo y Dios. 
Mediante la idea de alma (mente), dice Kant, unificamos todos los fenómenos del psiquismo; es la condición incondicionada de todos los fenómenos psíquicos. 
Mediante la idea de mundo unificamos todos los fenómenos de la experiencia; la idea de mundo es la condición incondicionada de todos los fenómenos de la experiencia. Todos los fenómenos de experiencia tienen lugar en el mundo. 
Mediante la idea de Dios unificamos la totalidad de los fenómenos psíquicos y de la experiencia en una única causa de la que dependen y por la que son explicados. Dios es la condición incondicionada de la existencia del alma y el mundo, su causa última o la primera causa. 

Dios todopoderoso permite explicar todo. Todo depende de su voluntad. 
Pero es un dios amable. Dios nos ama. Podemos confiar en él. El cuida de nosotros.
El cuida de nosotros en un mundo caótico, en el que se producen cataclismos cada cierto tiempo. Aunque disfrutemos de paz y tranquilidad nuestra muerte llegará y no sabemos cuando, lo cual puede ser bueno. Dios no se olvidará de nosotros cuando muramos y posiblemente nos lleve con él.

Esta idea de Dios tardó bastante en aparecer. 
Fue necesario el desarrollo de la escritura y de la lógica. 
En la antigüedad el fundamento de todo es el cosmos, donde moran los dioses y 
los hombres. Los dioses son inmortales y encarnan fuerzas de la naturaleza.
La Idea de Bien no se identifica con Dios en Platón.
En Aristóteles Dios es acto puro, total perfección, absorta en si misma, que impulsa el
movimiento de todo lo que existe hacia ella.
Con el desarrollo del judaismo surge la idea de un Dios creador previo al cosmos.

La idea de Dios permite fortalecer al ego, a la conciencia. Nos da seguridad. 
Una conciencia insegura cae en la duda en el escepticismo.
Para san Agustín la razón en solitario desemboca en el absurdo y en el escepticismo. La soberbia intelectual lleva a la impotencia y al perplejidad. La razón tropieza inevitablemente con sus límites.
Pero esto cambia totalmente con Descartes, que apoyándose en la matemática cree posible superar el escepticismo. Descartes es el filósofo que inicia la modernidad. Pero la conciencia depende de Dios.

Con el desarrollo de la ciencia en la ilustración la conciencia se siente capaz de prescindir de Dios  para describir el Universo:
"Señor, no he tenido necesidad de utilizar tal hipótesis". que se le atribuye a Laplace. 
Newton también  había tenido que recurrir a la intervención divina para explicar el Universo.

Para Feuerbach el hombre primero creó a Dios y más tarde entendió que su conocimiento no era nada más que un peldaño en el propio conocimiento del hombre. Para Feuerbach, por tanto, no es Dios quien ha creado al hombre a su imagen, sino, a la inversa, el hombre quien ha creado a Dios, proyectando en él su imagen idealizada. El hombre atribuye a Dios sus cualidades y refleja en él sus deseos no realizados. Enajenándose, da origen a su divinidad. Cuanto más engrandece el hombre a Dios, más se empobrece a sí mismo. El hombre proyecta en un ser ideal e irreal sus cualidades, negándoselas a sí mismo. De este modo, reserva para sí lo que en él hay de más bajo y se considera nada frente al Dios que ha creado.
El producto se vuelve ajeno a su productor y lo domina. Las propiedades del hombre se enajenan en Dios, el objeto aparece con vida propia y domina al sujeto.

Los ataques contra la idea de Dios se sucederán Marx, Nietzsche... La conciencia se siente bastante poderosa para prescindir de la muleta divina. Pero la conciencia siente la soledad. No hay nadie con quien hablar. Podemos parlotear con los otros pero estamos solos porque nadie puede conocernos, ni nosotros mismos. En palabras de san Agustin «Soy un enigma para mi mismo. Abismo grande es el hombre». En sentencia de Nietzsche "El desierto crece. ¡Ay de aquel que dentro de sí cobija desiertos!", que expresa la extensión del nihilismo tras la muerte de Dios. En palabras de Morfeo en Matrix “Bienvenidos al desierto de lo real”, inspirada en Jean Baudrillard.

La incomodidad de morar en la conciencia ha llevado a criticarla (maestro de la sospecha) y a intentar superarla (filosofía posmoderna) proponiendo la muerte del hombre.

La conciencia cósmica, la unión intencional con el Universo, componente esencial de la sabiduría junto con el amor universal, la serenidad y la sensación de sentirse a gusto en la propia piel, ha sido abandonada por la filosofía, con nefastas consecuencias para todos, Mosterin

¿Volvemos al teismo o resistimos en el ateismo?
Tal vez haya una alternativa al dilema.

Superemos la idea de Dios que ha sido útil historicamente, 
pero que nos impide ampliar nuestra conciencia.
En el panteismo englobamos a Dios y al mundo. Parece la síntesis adecuada. 
Pero tenemos que actualizar este concepto para que nos resulte útil. 




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